viernes, 30 de diciembre de 2016

... Se hace camino al andar.






Después de meses y meses dandole vueltas a la posibilidad de volver a escribir algo que no sea sobre series o psicología (que para ser sinceros es lo que ocupa el 90% de mi tiempo) por fin me decido a hacerlo. 

Como psicóloga que soy creo en la sublimación de las emociones a través del arte, sea del tipo que sea y, así mismo, creo en lo catártico que es poder mirar hacia atrás. Mi útitmo año ha sido un cúmulo de momentos muy dolorosos pero que me han posiblitado conocerme más a mi misma y ser la persona que soy hoy en día. Es como si después de haber estado horas y horas debajo de una lluvia que no cesa, que lo envuelve todo y no te deja ni respirar por fin puedes sentarte en el cesped a disfrutar de los primeros rayos del sol mientras difrutas del olor a tierra mojada.

A finales de agosto cayó la última lluvia del verano y lo cambió todo. Mi mente ya no estaba bien, ya no podía seguir funcionando, estaba paralizada y era incapaz de expresar como me sentía. Todos los miedos, la tristeza y las pérdidas de los últimos dos años hicieron acto de presencia y me atraparon en una cárcel artificial a la que nadie podía llegar.

Soy experta en aparentar que todo va bien, en gritar en silencio, en llorar sin derramar ni una lágrima. Todo carecía de sentido a mi alrededor y estaba tan paralizada que no podía pensar, ni siquiera llorar. Había perdido la batalla contra mi mente. Todos esos muros que había construído meticulosamente cedían sus cimientos al lodo que la lluvia había creado. Parecía que sólo tenía el poder de atraer rayos y tempestades. 

No sé por qué seguía teniendo miedo si ya no tenía nada que perder, ni nada que ganar. Todos los sueños por los que tanto había luchado eran ahora pesadillas y el mero hecho de tener que convencerme a mi misma de que la vida valía la pena era un esfuerzo agotador.

Los recuerdos me hacían cada vez más vulnerable. No se puede vivir en el recuerdo pero tampoco se puede vivir sin recordar. Con pasos indecisos como los de una niña que anda por primera vez decidí levantarme y limpiar mi vestido de lodo y empezar a andar. Es la historia de mi vida, una huida hacia adelante. 

Esos pasos que eran tan dolorosos se han ido volviendo más livianos con el paso de los meses. Ahora que acaba el año, ahora miro hacia atrás y veo todo el camino que he recorrido y no me reconozco. Siempre he pensado que no soy lo suficientemente fuerte para hacer las cosas pero parece que lo estoy consiguiendo, parece que la lluvia está cesando y que un tímido rayo de sol se asoma entre las nubes. Me doy cuenta de que no hay soluciones ni respuestas fáciles pero parece que por fin he dado con la formula matemática de la (medianamente y aceptable) felicidad.

Hoy me he sentado en la playa y un rayo de sol ha dilatado mis pupilas y al mirar al cielo he recordado quién me ha enseñado a ser fuerte. Aunque tú ya no estés tu presencia lo inunda todo, pero está vez no hay lodo, solo agua cristalina.

Querido 2017, te estoy esperando con los brazos abiertos.

1 comentario:

  1. Bueno love aunque ya sabes de sobra lo que pienso, tenía la necesidad de comentártelo por aquí también.

    Que sepas que me ha encantado la entrada y sobre todo que la hayas centrado en ti y en el progreso que has hecho este año. He tenido suerte de estar "cerca" para presenciarlo y de verdad que pienso que debes sentirte más que orgullosa por todo lo que has conseguido.

    Eres muchísimo más fuerte de lo que piensas y lo demuestras día a día.

    Espero que el 2017 te traiga todo lo bueno que mereces y que sigas avanzando poco a poco hasta llegar a ser 100% la persona que quieres ser. Te quiero.

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